Taberna Anita la Fantástica: el universo psicodélico mexicano que conquistó Pino Montano

Taberna Anita la Fantástica, cocina mexicana auténtica con ambientación de cuento en el Norte de Sevilla
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Anita la Fantástica es una taberna mexicana temática ubicada en la calle Cortijo de la Albarrana, 29 en el barrio de Pino Montano, Sevilla. Creada por Jordi Muñoz —chef con 30 años de experiencia en alta gastronomía sevillana tras proyectos como Boreas y El Tío del Saco— junto a su socia Ana María Écija, este establecimiento representa una reinvención completa hacia la gastronomía popular. Se especializa en cocina mexicana con toques mediterráneos, destacando su buffet libre de tacos por 13,50€, burrito de cochinita pibil y nachos expertos. Su concepto se basa en crear un universo de fantasía visual donde la decoración maximalista en colores vibrantes se combina con técnica culinaria refinada y precios accesibles, transformando el acto de comer en una experiencia festiva e inmersiva.

13,50€ por un buffet libre de tacos que te deja rodando. Y sin embargo, esa cifra no es lo más sorprendente de Anita la Fantástica. Lo verdaderamente impactante es descubrir que después de 30 años dedicados a la alta gastronomía sevillana—con proyectos emblemáticos como Boreas o El Tío del SacoJordi Muñoz haya decidido crear algo completamente opuesto: un mundo de fantasía donde los colores explotan, los burritos son abundantes y la diversión es tan importante como la comida.

No es pose ni marketing. Es la evolución natural de alguien que entiende que la gastronomía, en su esencia más pura, debe emocionar antes que impresionar. Ana María Écija, su compañera y socia, lo resume perfectamente: «Somos una taberna para flipar en colores«. Y vaya si funciona la fórmula.

El fenómeno visual que cambió Pino Montano para siempre

Cuando Alicia decidió quedarse en Sevilla

La fachada rosa y amarilla de Calle Cortijo de la Albarrana 29 no es casual. Es una declaración de guerra contra la monotonía cromática de la hostelería convencional. Jordi confiesa su filosofía sin ambages: «No comulgo con la sobriedad de los bares. Todos blancos, grises y negros«.

Traspasar la puerta de Anita la Fantástica es literalmente caer por la madriguera de Alicia hacia un universo donde las reglas estéticas convencionales han sido abolidas. Flores gigantes invaden las paredes rosa fucsia, espejos con marcos dorados reflejan personajes de cuentos infantiles, y las estrellas del Paseo de la Fama de Hollywood decoran el suelo como si fuera una alfombra roja psicodélica.

No es kitsch: es maximalismo emocional ejecutado con la precisión de quien sabe exactamente lo que quiere conseguir. Cada elemento está calculado para generar una reacción, para obligarte a sonreír antes incluso de probar el primer nacho.

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La ingeniería de la felicidad aplicada al espacio

El interior revela una estrategia espacial brillante: tres mesas íntimas en la planta interior para conversaciones cercanas, y una terraza amplia perfecta para grupos que quieren dejarse llevar por el ambiente festivo. Los sillones tapizados en colores imposibles no son solo decoración; son invitación a quedarse, a formar parte del espectáculo.

Cristina y «La Chilindrina» —segunda de cocina con nombre que ya lo dice todo— completan el equipo ataviadas con batas de colores estrafalarios que cualquier cliente puede usar para fotos. Es teatro gastronómico en estado puro, pero ejecutado con la naturalidad de quien entiende que la diversión auténtica no necesita forzarse.

El laboratorio culinario donde México abraza el Mediterráneo

Detrás de cada burrito de cochinita pibil (7,50€) late la experiencia de tres décadas en las mejores cocinas del país. Jordi no abandonó la técnica; la democratizó. Sus enchiladas mantienen el equilibrio perfecto entre especias auténticas y paladar sevillano. Sus nachos explotan en capas de sabor porque sabe construir texturas.

La carta es un «totum revolutum» consciente donde conviven tacos de camarones con atún y guacamole junto a canelones de la yaya moderna (4,50€) o pollo relleno de jamón y langostinos en caldo de violetas (4,50€). Es fusión sin complejos, creatividad que nace de la experiencia, no de la improvisación.

Los números que explican el éxito rotundo

El buffet libre de tacos por 13,50€ genera colas en fin de semana. No es solo precio; es propuesta de valor imbatible. Platos abundantes, precios democráticos (la mayoría en torno a 4,50€), calidad que respeta tanto el producto mexicano como el paladar local.

350 reseñas con 4.5 estrellas confirman lo que cualquier visita revela: aquí la diversión y la comida alcanzan equilibrio perfecto sin sacrificar ninguno de los dos elementos.

La experiencia sensorial completa: más allá de comer

El ritual de transformación que enamora

Entrar en Anita la Fantástica implica aceptar las reglas del juego. Puedes ponerte una bata de leopardo, hacerte fotos con gorros mexicanos, empuñar la guitarra decorativa o simplemente dejarte contagiar por el buen rollo constante del equipo.

Jordi y Ana María han conseguido algo que parece imposible: crear un ambiente festivo sin artificiosidad. Las bromas, las sonrisas y la cercanía del servicio nacen de la convicción genuina de que disfrutar comiendo debe ser experiencia integral.

Los cócteles con nombres de cuento —«Espejito, espejito… ¿Quién es la más hermosa?» (4,50€), «Miénteme Pinocho» (4,50€)— se sirven en tazas originales que forman parte del espectáculo. No bebes; participas en una representación donde tú eres protagonista.

Qué pedir en Anita la Fantástica: especialidades imprescindibles

Nachos Expertos: la puerta de entrada perfecta

Los Nachos Expertos funcionan como carta de presentación ideal del local. Tortillas crujientes cubiertas por capas generosas de ternera, guacamole casero, frijoles cremosos y quesos que se funden creando texturas contrastantes. Es abundancia honesta: plato para compartir que te prepara para lo que viene después.

Primera probada: crujido perfecto que libera sabores intensos pero equilibrados. Es la demostración de que aquí la cantidad nunca sacrifica calidad. Un clásico mexicano ejecutado con respeto al original y adaptación al gusto local.

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Burrito de Cochinita Pibil: tradición yucateca en Sevilla

La cochinita pibil de Anita la Fantástica honra la receta tradicional yucateca con achiote, naranja agria y cocción lenta que deshilacha la carne hasta conseguir textura sedosa. Envuelta en tortilla generosa con arroz, frijoles y guacamole, se convierte en experiencia completa por 7,50€.

Cada bocado libera jugos concentrados con especias que calientan sin quemar, acidez que equilibra la grasa, contrastes de temperatura entre carne tibia y guacamole fresco. Es plato contundente que justifica por sí solo la visita.

Tiramisú en Cafetera: el postre que redefine la presentación

El tiramisú servido dentro de una cafetera es puro teatro culinario que funciona. Mascarpone cremoso, café intenso, cacao espolvoreado y presentación que genera expectación antes del primer bocado. 5,50€ por un postre que convierte el final de la comida en momento memorable.

No es solo postre italiano; es experiencia que resume la filosofía del local: tradición culinaria respetada pero presentada de forma sorprendente. La cafetera humeante genera conversación, fotos y sonrisas. Es marketing comestible ejecutado con maestría.

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Buffet Libre de Tacos: democracia gastronómica

El buffet libre por 13,50€ convierte a Anita la Fantástica en referencia obligada para grupos grandes o apetitos infinitos. Variedad de rellenos, tortillas frescas, salsas caseras y libertad total para combinar según gusto personal.

Es propuesta que funciona porque respeta la esencia del taco: formato que permite personalización. Carne, pollo, pescado, verduras… cada comensal construye su experiencia perfecta sin límites ni prisas.

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Mi valoración de Anita la Fantástica: cuando la locura es método

Anita la Fantástica podría parecer experimento gastronómico destinado al fracaso. Decoración que bordea lo estridente, cocina que mezcla tradiciones dispares, ambiente que desafía cualquier protocolo hostelero establecido. Sin embargo, funciona porque detrás de cada decisión aparentemente loca late lógica empresarial sólida.

Jordi Muñoz ha entendido algo fundamental: en un mercado saturado de propuestas similares, la diferenciación radical es supervivencia. Ha creado algo único en Pino Montano, un universo paralelo donde comer se convierte en experiencia multisensorial.

Mi opinión tras múltiples visitas: Anita la Fantástica demuestra que la gastronomía popular puede ser arte sin perder accesibilidad. Es lugar donde familias, grupos de amigos y parejas encuentran diversión garantizada sin comprometer el paladar ni la economía.

Relación calidad-precio imbatible, servicio que trata como familia, ambiente que borra preocupaciones y comida que respeta tanto la tradición mexicana como el gusto sevillano. Es fórmula que parecía imposible hasta que Jordi y Ana María demostraron que funciona.

Para mí, Anita la Fantástica representa la evolución natural de la hostelería: espacios que no solo alimentan sino que emocionan, que no solo sirven sino que celebran. En un mundo cada vez más gris, este rincón rosa de Pino Montano recuerda que comer puede ser fiesta.

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