Aperitivo Sierpes: refugio italiano en el centro de Sevilla

Aperitivo Sierpes es un bar de aperitivos italianos ubicado en el emblemático Pasaje de las Delicias, entre las calles Sierpes y Tetuán en el centro histórico de Sevilla. Fundado por Anna Barone (napolitana) y Macarena Arteaga (sevillana), este establecimiento se especializa en productos importados directamente de Italia, con especialidades como la burrata ahumada de Puglia y la porchetta tradicional del Lazio. Su concepto se basa en recrear la auténtica experiencia del aperitivo italiano en pleno corazón comercial sevillano.

El aroma a focaccia recién horneada mezclado con el tintineo de copas de Aperol Spritz me recibió antes incluso de ver el lugar. Estaba en pleno caos comercial de Sierpes—turistas con bolsas de Zara, sevillanos esquivando multitudes—cuando descubrí esta entrada discreta al Pasaje de las Delicias que me transportó directamente a un bacaro veneciano.

Hay lugares que simplemente funcionan, y lo supe desde el primer momento. Es esa sensación de descubrir algo que no sabías que estabas buscando: un rincón donde el tiempo se detiene, donde las conversaciones fluyen sin prisa, donde cada sorbo y cada bocado te recuerda por qué disfrutar de la comida puede ser uno de los placeres más puros de la vida.

Anna Barone y Macarena Arteaga han conseguido algo que parecía imposible en el centro histórico de Sevilla: crear un espacio donde la filosofía del aperitivo italiano no solo convive con la cultura sevillana, sino que la eleva. Desde su apertura, se ha convertido en el refugio de quienes buscan algo más que una consumición rápida, algo más auténtico que una experiencia fabricada.

Por qué está revolucionando el centro de Sevilla

El fenómeno cultural que nadie vio venir

En una ciudad donde el «piqueo» significa velocidad y cambio constante de bar, Anna Barone introdujo algo revolucionario que va contra toda la lógica: un espacio donde llegar con prisa es físicamente imposible. No es que hayas decidido relajarte; es que el lugar te obliga a cambiar de ritmo.

Mientras todos los bares de Sevilla te empujan a beber rápido y marcharte, ella apostó por lo contrario: crear el único lugar donde el tiempo se dilata, donde dos horas pasan como veinte minutos, donde lo importante es la experiencia que vives, no cuántas copas te tomas.

Lo que más me fascina es cómo ha conseguido que sevillanos de tercera generación adopten rituales milenarios napolitanos sin sentir traición cultural. Han demostrado que existía un hueco que ni sabíamos que teníamos: la necesidad de pausa mediterránea auténtica en una ciudad que había perdido el arte de la lentitud.

La ingeniería invisible del tiempo suspendido

El verdadero secreto no está en los productos—aunque lleguen de Italia—sino en cómo han organizado todo. He observado mi propio comportamiento: entro corriendo desde Sierpes, y en pocos minutos mi postura corporal cambia, mi voz baja un tono, mis gestos se ralentizan.

No es casualidad. Las mesas bajas de mármol están calculadas para que apoyes los codos, te inclines hacia adelante, adoptes postura de confidencia. La barra alta en contraventanas recuperadas funciona como zona de transición: llegas agitado, te sosiegas con un Aperol, y cuando menos lo esperas ya estás instalado en mesa hablando como si conocieras a Anna de toda la vida.

Pero lo más brillante es cómo funciona el servicio. He observado cómo esperan el momento exacto—cuando terminas de reír, cuando haces pausa natural—para acercarse sin interrumpir. No te agobían; te tratan con esa hospitalidad italiana que sabe cuándo aparece y cuándo desaparece.

El ambiente que conquista a locales y turistas

Cómo funciona realmente este lugar

Mi momento preferido: cualquier tarde entre semana. La luz dorada del pasaje se filtra entre las plantas, las conversaciones suben y bajan como olas mediterráneas, y por un instante Sevilla desaparece. Podrías estar en cualquier bacaro veneciano, en cualquier piazza romana, viviendo ese momento atemporal donde lo único que importa es el ahora.

Pero lo que realmente distingue Aperitivo Sierpes no es la nostalgia italiana, sino cómo han conseguido traducir culturalmente ese concepto sin perder la esencia sevillana. Es un lugar donde puedes sentarte dos horas sin que nadie te mire mal, donde la conversación larga es respetada, donde el ritmo lo marcas tú, no las prisas de la ciudad.

He visto a grupos de amigas de cincuenta años descubrir que existe una alternativa al tapeo tradicional, a profesionales que salen de trabajar y en lugar de ir corriendo a casa hacen esa pausa que en Italia es sagrada. No es postureo ni imitación; es necesidad cultural satisfecha por primera vez en Sevilla.

¿Qué pedir en Aperitivo Sierpes? Sobre su carta

Burrata ahumada: El silencio comestible

La primera vez que la probé me impresionó muchísimo. Esa cremosidad ahumada que se extiende sobre la focaccia tibia es realmente especial. Es uno de los productos que traen directamente de Italia, y la calidad se nota desde el primer bocado.

Primer contacto: el ahumado te envuelve suavemente; segundo bocado: se equilibra perfecto con la sal de la focaccia; tercer bocado: entiendes por qué los italianos se toman la comida con tanta calma. Si no está disponible cuando vayas, no insistas. La espera es parte del ritual, parte del respeto al producto auténtico.

Es el aperitivo perfecto porque no te sacia, te despierta. Te prepara para lo que viene después sin competir con ello. Funciona como obertura: te presenta los temas que se desarrollarán durante toda la experiencia.

Porchetta: Veintidós horas de paciencia convertidas en intensidad

Esta porchetta me parece espectacular, y entiendo por qué. Es el único plato caliente de la carta, y esa singularidad no es casual: necesitas algo que ancle el aperitivo a tierra firme, algo sólido que te recuerde que esta experiencia es real, no un sueño mediterráneo.

El proceso respeta la tradición del Lazio: hierbas aromáticas seleccionadas, cocción lenta que respeta cada fibra del animal, paciencia convertida en sabor. El resultado llega cortado al momento, caliente, liberando aromas que llenan tu zona del local.

Primera probada: piel crujiente que rompe liberando jugos concentrados; segunda: carne que se deshace revelando especias intensas que reconoces pero no sabes nombrar. Es sabor mediterráneo puro, la respuesta romana a cualquier jamón ibérico que hayas probado.

Tabla especial italiana: El mapa comestible de la península

Diez productos, diez regiones, diez formas de entender el placer de la mesa compartida. Pero aquí viene lo brillante: no hay orden «correcto» preestablecido. La tabla funciona como conversación orgánica entre tu paladar y la curaduría de Anna.

Cada elemento cuenta una historia geográfica: mortadella de Emilia con pistachos sicilianos, tomates secos que concentran sabores intensos, parmigiano que cruje liberando todo su sabor. Es una selección de productos italianos de calidad, sin turistadas, enfocada en ofrecer sabores auténticos de una cultura que entiende la comida como lenguaje.

Aperitivo Sierpes: reseña final y valoración

Aperitivo Sierpes funciona porque no intenta gustarte. No hay música ambiente calculada ni decoración instagrameable. Lo que hay es algo más escaso: autenticidad sin explicaciones. Anna creó el único lugar de Sevilla donde puedes sentarte dos horas con un Aperol y tres aceitunas sin que nadie te juzgue, porque entienden que no vienes a consumir sino a pausar.

No es para todos. Es para quienes entienden que a veces la rebeldía no es hacer ruido sino hacer silencio. Para quienes intuyen que en algún lugar entre la burrata y la tercera copa existe ese momento perfecto donde todo—el trabajo, las preocupaciones, el mañana—puede esperar.

En un mundo donde todo va más rápido, Aperitivo Sierpes te recuerda que los mejores momentos de la vida suceden cuando decides detenerte. No solo han llenado un hueco en el mercado; han creado una nueva categoría de experiencia urbana donde la lentezza italiana encuentra su lugar natural en el corazón sevillano.

Ve cuando puedas relajarte de verdad. Siéntate en la mesa del fondo. Pide lo que pida la mesa de al lado. Y déjate llevar por el único reloj que importa: el italiano.